«La cruda, injusta y por lo general desconocida realidad sobre la Creación de Contenidos».
Si eres creador o creadora de contenidos, esta historia te la sabes.
Si eres parte del público que consume esos contenidos, entonces es muy probable que esto sea nuevo para ti.
Lo cierto es que:
Los y las creadoras de contenidos nos vemos obligados a regalar lo mejor de nosotros mismos.
Obligados a regalar nuestro trabajo.
Pongamos por caso a los que tenemos un blog de temática viajera:
Empezamos a trabajar cada vez que visitamos un lugar: buscando las mejores localizaciones, tomando fotografías, grabando clips… Estudiamos su historia, su cultura, sus valores ambientales, sus curiosidades. Exploramos cada rincón interesante, documentándonos, regresando si es necesario. En definitiva: empleando MUCHO tiempo.
Una vez en casa / oficina, descargamos, clasificamos, seleccionamos y comenzamos a editar todo ese material, una tarea que por sí sola puede llevar horas o días (sobre todo si se trata de vídeo).
A continuación, comienza la fase de elaboración y redacción de los artículos. El grueso del trabajo. Aquí hablamos de un mínimo de una jornada por artículo, al menos si quieres que tu contenido destaque.
Tras infinitas revisiones, algún que otro café y dejarnos los ojos en la pantalla… Publicamos gratuitamente nuestro trabajo.
Tachaaaannnnn!
Llega el momento de compartir en redes sociales, toda una profesión en sí misma. Respondemos comentarios, alabanzas, preguntas y, posiblemente, críticas…
Hasta aquí, es muy probable que todavía no hayamos cobrado ni un solo Euro.
Ahora toca esperar pacientemente días o semanas. Con suerte y si el contenido gusta, conseguirá miles de visualizaciones, lo que nos permitirá cobrar a fin de mes la «limosna» de la publicidad (un saludo papá G).
En el peor de los casos nos tendremos que conformar con los «likes» y el «reconocimiento».
Por si fuera poco, muchos creadores y creadoras de contenido «amateurs» ven en estos «likes» un justo pago a su maratoniano trabajo.
En todo este proceso nos vemos obligados, presionados, exigidos a dar lo mejor de nosotros mismos.
Obligados también a competir entre compañeros de profesión.
Porque este es un sector de brutal competencia y solo los mejores contenidos obtienen el reconocimiento de algoritmos y público, llegando a posicionar en primera página de Google o viralizar en redes sociales, YouTube, etc.
Con frecuencia entramos en esta vorágine en base a expectativas que la propia «industria» ha metido en nuestras cabecitas: llegar a ser «influencer» y «vivir del cuento». Nada más lejos de la realidad.
Somos víctimas del «querer es poder» y de las ansias de éxito misterwonderfulianas.
La realidad es que, como el resto de personas (o casi), los creadores de contenidos pagamos impuestos y facturas. Y tenemos la mala costumbre de comer cada día. Y por mucho que disfrutemos de nuestro trabajo (que lo hacemos), también queremos cobrarlo.
Seamos audaces y atrevámonos a cambiar esto.
Ya lo sabes.
Alicantino. Ingeniero Informático de formación, blogger y creador de contenidos de profesión. Hago cosas en Internet.
Muy bien expuesto. Esa es la realidad, doy fe. La creación de contenido —si se quiere ganar dinero con ello— es solo el primer eslabón de la cadena. Todo ese trabajo que mencionas —intenso, duro, solitario— no es más que el inicio del proceso.
Hola, Jorge! Gracias por tus palabras y tu apreciación. En el caso de los «youtubers» el proceso es muy similar y más «opaco» si cabe: la edición de vídeo es extremadamente laboriosa, tú lo sabes mejor que yo. Bienvenido a este «experimento» 🙂
Como fotógrafo/vidógrafo autónomo, te doy la enhorabuena por tu exposición de esta cruda realidad -y la de multitud de artistas-, llamando a las cosas por su nombre y dejando clara la indignidad a la que hemos llegado las personas que nos dedicamos a esto. De la misma forma que internet nos ha aportado cosas muy buenas, también ha provocado unos efectos colaterales nefastos en multitud de aspectos, incluida la lamentable pérdida de percepción de la realidad por parte del público en general. Un tema que da para mucho debate y ahora, más actual que nunca con la irrupción de la IA. Un abrazo y adelante.
Muchas gracias por tus palabras, Marcos. Este post tiene ya cierta antigüedad pero, como bien dices -y por desgracia-, sigue totalmente vigente. Un abrazo